Loreto Martin, Directora Ejecutiva Corporación Abriendo Puertas: “La reinserción social entrega frutos, sobre todo cuando hay una intervención oportuna”


 

“Si me hubiesen dicho que iba a trabajar en una cárcel, no lo hubiese creído”, comenta Loreto Martin (62). Y es que incluso siendo asistente social con años de participación en proyectos municipales y experiencia trabajando con mujeres y jóvenes vulnerables, el mundo de la reinserción social era algo que le parecía un poco ajeno. “La verdad es que soy una persona conservadora y cuando comencé en esto, ya tenía mis años”.

Por eso, explica que cuando le ofrecieron quedarse después de un reemplazo como Directora Ejecutiva de Corporación Abriendo Puertas, tuvo que enfrentarse no solo a los prejuicios sociales que todavía prevalecen en relación a la reinserción de personas que han cometido delitos, sino que, sobre todo, a sus propias creencias. “Mi visión de cómo había que relacionarse con las personas que cometen un delito era diametralmente opuesta a la visión que tengo hoy que conozco el tema”, aclara.

Como mujer y mamá de 4 hijos, Loreto ha visto de cerca las complejidades del mundo carcelario y, a pesar de que sigue estando convencida de que la delincuencia no es justificable, sí entiende que -y sobre todo en el caso de las mujeres-, existen muchas concepciones erróneas de lo que significa haber estado en la cárcel o cumplir una condena. “Trabajando te encuentras con mujeres igual que tú, con el mismo sueño, las mismas esperanzas para sus hijos, pero que han tenido mucho en contra en su vida”, explica y aclara que, en general, la población penal femenina en Chile tiene pocas similitudes con la masculina y con el retrato que se suele hacer de la delincuencia. “El tipo de delito, el perfil, lo que las lleva y las motiva a cometer delitos en su mayoría es diferente”.

Loreto ha aprendido que un gran porcentaje de las mujeres que están en la cárcel han vivido pobreza no solo de recursos materiales, sino que de toda índole. “En su mayoría son mujeres que han sido abusadas, que han vivido en un porcentaje altísimo de violencia intrafamiliar, maltrato infantil o negligencia parental desde la primera infancia. Personas que han sido víctima de mucho antes de cometer el primer delito”.

Es esta conexión con las mujeres con las que ha trabajado —tanto voluntarias de la Corporación como alumnas de talleres o integrantes de los distintos programas de reinserción que han desarrollado como organización de la sociedad civil durante décadas— la que la ha hecho “enamorarse de esta causa”. 

Actualmente, la Corporación Abriendo Puertas trabaja con cerca de un 40% de la población del Centro Penitenciario Femenino de Santiago, también conocida como la Cárcel Femenina de San Joaquín. Dentro de las formas de apoyo que entregan a las mujeres recluidas, Loreto explica que hay talleres de capacitación laboral, asesoría para la re vinculación con las familias y también muchas instancias que buscan promover el mayor bienestar físico y emocional de las personas privadas de libertad. Para eso, trabajan con un grupo de más de 30 voluntarios, mayoritariamente mujeres, que desde sus profesiones, oficios e intereses personales han sido capacitadas para enseñar diferentes disciplinas y compartir sus conocimientos dentro de un ambiente complejo como la cárcel.

Y es que el objetivo de la Corporación Abriendo Puertas -que trabaja hace 25 años con mujeres- no es sólo capacitar a personas dentro de la cárcel ni lograr que vuelvan al mundo laboral teniendo antecedentes penales. La misión es mucho más grande y tiene que ver con una reinserción integral de la mujer en su comunidad, pero también de transmitir a la sociedad que este es un problema que nos involucra a todos. 

La Directora Ejecutiva aclara que los logros han sido fruto de un esfuerzo conjunto entre organizaciones del Estado, voluntarios, emprendimientos, empresas y organismos privados como el que dirige ella misma. Y es que entendió que el problema de seguridad se debe abordar con foco en la reinserción, porque, sin ella, cualquier cambio real en las estadísticas sobre delitos, no es posible. Si bien reconoce que es una tarea difícil, los resultados son más que claros: la reinserción social entrega frutos. Sobre todo en el caso de las mujeres donde, según explica, la reincidencia se reduce hasta un 50% cuando hay una intervención oportuna.

Hace muchos años ni ella misma habría sospechado que cifras como ésta eran el verdadero reflejo de una realidad mucho más compleja que simplemente delincuencia. “La mujer que comete delitos deja a sus hijos, es abandonada por su pareja y, con suerte, recibe la visita de la madre”, comenta Loreto. “Es doblemente castigada”, explica, porque a la condena penal se suma una carga social y un estigma que pesa incluso después de la cárcel.