Antojos de invierno: por qué nos tienta la comida y cómo evitar el exceso

Antojos de invierno: por qué nos tienta la comida y cómo evitar el exceso


 

El frío y los días más cortos y con poca luz no sólo nos motivan a cambiar las mangas cortas y las telas delgadas en el clóset por ropa abrigada que proteja además de la lluvia. El cambio de estación también desencadena otro tipo de modificaciones en la conducta, cambios que tienen que ver con la forma en que comemos.

 

De acuerdo con una investigación realizada por especialistas de la Escuela de Medicina de la Universidad de Massachusetts, las personas solemos aumentar el consumo de calorías durante el invierno. Se trata de una tendencia que se ha comprobado por vías científicas pero que, probablemente, muchos ya intuíamos a partir de la propia experiencia. Y es que los antojos que se sienten durante los días fríos se vuelven difíciles de controlar, por lo que comer más y subir de peso en invierno es, para un porcentaje importante de la población, un componente casi inevitable de esta temporada.

Pero, a pesar de que durante el invierno pareciera ser que ese impulso por comer más o elegir alimentos más calóricos, es algo que simplemente llega y no se puede contener, no existe certeza de que efectivamente se trate de una respuesta intuitiva del cuerpo a las épocas más frías. Si bien existen investigaciones que apoyan la tesis de que las personas estamos condicionadas a comer más en condiciones frías y de oscuridad, esta no es la única explicación posible. La comida tiene un componente social y cultural que nos lleva a preferir ciertos alimentos que asociamos como clásicos de invierno y que se han posicionado como tales a raíz de la disponibilidad de productos que varía con las estaciones del año.

El cambio de las ensaladas por los sándwich o de las frutas por dulces y pastelería tiene que ver con la connotación social de la alimentación y con los efectos del frío en el cuerpo. Pero no se trata de un instinto de supervivencia que ha subsistido desde tiempos inmemoriales. Al sentir frío, el cuerpo busca alimentos que compensen este efecto a través de una sensación de confort y que sean capaces de liberar energía rápidamente. Por eso, el antojo nos lleva a los alimentos más procesados y con mayor contenido de carbohidratos.

La doctora y autora norteamericana de diversas guías de nutrición para mamás con hijos pequeños, Rally McAllister, explicó durante una entrevista que una vez que seguimos esos antojos por alimentos altos en carbohidratos, los niveles de azúcar en la sangre se elevan rápidamente y luego bajan de la misma manera. Esto hace que muchas personas entren en un ciclo en el que sienten que necesitan comer más y más para volver a generar ese peak de azúcar. Y si bien el frío del invierno que gatilla esta respuesta orgánica en las personas es algo que la mayoría no puede evitar, sí existen estrategias para frenar el círculo vicioso que nos lleva a comer en exceso. 

Los especialistas recomiendan enfocarse en el consumo de proteínas durante el invierno, ya que se trata de un macronutriente que contribuye a aumentar la sensación de saciedad pero que, además, nos provee de energía de forma más balanceada sin generar alzas radicales de los niveles de azúcar en la sangre. Además, incluir intencionalmente una colación o un snack entre las comidas, que sea alto en proteínas y fibra, previene que se genere ese antojo por comer y puede ayudar a disminuir las instancias en las que cedemos ante las tentaciones de invierno.

A pesar de que la evidencia muestra que podemos controlar estos antojos, la fluctuación de peso y los cambios estacionales en la alimentación son elementos normales de nuestra biología. Por eso, más que obsesionarnos con erradicar comidas específicas o prohibirnos el consumo de esos “placeres culpables”, la fórmula más efectiva para enfrentar los antojos de invierno es siendo flexibles y adaptándonos a las distintas necesidades del cuerpo.