Cortar relaciones tóxicas: cómo identificarlas y ponerles punto final

Cortar relaciones tóxicas: cómo identificarlas y ponerles punto final


Aunque involucrarse en una relación tóxica es algo que posiblemente nadie elige de forma voluntaria, se trata de una situación en la que muchas mujeres se ven atrapadas. Y mientras algunas tienen la claridad para identificar que ese vínculo con el otro es dañino, muchas otras permanecen en la ignorancia o incluso en la negación. En Chile, según la última Encuesta Nacional de Violencia contra la Mujer en el Ámbito Intrafamiliar y Otros Espacios, casi un 40% de las mujeres consultadas señaló haber sido víctima de violencia emocional durante su vida.

A pesar de que las relaciones tóxicas son el escenario más común para el abuso psicológico y  es un tema que afecta a miles de mujeres, pocas saben cómo reconocerlo. El maltrato verbal, la manipulación y el gaslighting son algunas de las formas más comunes en las que se materializa el abuso en una relación tóxica. Este tipo de vínculos nocivos se pueden establecer con cualquier persona cercana, no solamente la pareja. La psicóloga norteamericana Lillian Glass -quien introdujo el concepto de persona tóxica a mediados de la década de los 90 en su libro Toxic People-, explica que cualquier relación entre personas puede ser tóxica cuando “no hay apoyo mutuo, existen conflictos en los que uno busca menoscabar al otro, en las que hay competencia, falta de respeto y de cohesión”. La especialista explica en el texto que, si bien todas las relaciones tienen altos y bajos, el límite está en visualizar cómo influye esa relación en nuestra vida en un sentido amplio. Si la interacción con el otro es desgastante y perjudicial para el autoestima de forma consistente, es posible que se trate de un vínculo tóxico.

Una de las dificultades que impiden a muchas mujeres reconocer que se encuentran inmersas en una relación tóxica, tiene que ver con los estereotipos de lo que se espera de una buena madre, una buena hija, una buena hermana o amiga. Desde la época de la postguerra en los años 50, comenzó a surgir el concepto de la mujer ideal, asociada específicamente a un estereotipo que cumple un rol particular dentro de la sociedad. “Estudios de la cultura de la postguerra han mostrado que la propaganda del gobierno, revistas populares y películas reforzaban conceptos tradicionales de feminidad e instruyen a las mujeres a subordinar sus intereses a los de los hombres veteranos de guerra que regresaban a sus casas”, explica la autora Joanne Meyerowitz en el libro Not June Cleaver: Women and Gender in Postwar America. Este concepto de la buena mujer como alguien que pone siempre a otros primero, se expandió por el mundo occidental y prevalece en muchas, incluso hoy. 

Además de los estereotipos y de lo que se entiende como un comportamiento esperable en una mujer —actitud pasiva, sumisa y de entrega— las relaciones tóxicas involucran sentimientos encontrados para quienes se ven envueltas en ellas. Porque la persona perpetradora del abuso es alguien a quien se quiere o se respeta y, muchas veces, son personas con las que se han compartido procesos importantes de la vida. En esos casos, incluso cuando se identifica el daño que la persona está viviendo, es difícil poner punto final. En un artículo publicado por la terapeuta Sharon Martin en Psychology Today, la especialista aborda algunos lineamientos para terminar con una relación con una persona tóxica. Según la psicóloga, el primer paso es identificar y reconocer la situación como abuso. Luego, es importante revisar cuál es la motivación profunda que nos mantiene tolerando la situación. Muchas veces existen traumas, sentimientos de culpa o problemas de autoestima que se ocultan debajo de esta intención de mantener una relación a como dé lugar. 

Otra de las piezas clave que permite cortar un vínculo dañino, según la experta, es familiarizarse con la idea de estar sola. “Muchas personas permanecen en relaciones abusivas o poco sanas en parte porque no quieren estar solas”, explica en el texto. Pero tal como señala el dicho, a veces es mejor estar sola que mal acompañada. De hecho, Sharon Martin abre la invitación a usar ese espacio de soledad para desarrollar y volverse a conectar con aspectos de la persona que posiblemente fueron anulados, invisibilizados o dañados producto de esa relación.