Criopreservación electiva de óvulos, la congelación social de la fertilidad

Criopreservación electiva de óvulos, la congelación social de la fertilidad

Casos como el de la actriz española Ana Obregón —que este año causó noticia por haber sido vientre subrogado de su propia nieta— abren el debate de lo admisible en términos de fertilización asistida. Si bien en el caso Obregón fue la esperma de su hijo fallecido la que había sido congelada y posteriormente utilizada con éxito para dar nacimiento a una niña, en los últimos años una de las tendencias más fuertes en términos de maternidad ha sido la congelación de óvulos.

La denominada criopreservación de ovocitos maduros en términos médicos ha aumentado enormemente en países como España en el último tiempo. Cifras entregadas por la Sociedad Especializada de Fertilidad muestran que el número de mujeres que decide congelar óvulos se ha multiplicado hasta 5 veces en los últimos 5 años.

Pero el aumento de casos no es la única tendencia en esta área. Las motivaciones detrás de la congelación de óvulos también han variado significativamente con el tiempo. Y es que el tratamiento que se popularizó como una solución para aquellas mujeres que, por diferentes motivos médicos, veían afectada su fertilidad y comprometida su posibilidad de ser una futura madre biológica, actualmente es una alternativa que permite retrasar la maternidad de forma electiva. Según un estudio publicado en 2019 en el Journal of Psychosomatic Obstetrics and Gynaecology, la congelación electiva de óvulos por parte de las mujeres tiene como principal motivación el miedo a no poder tener hijos propios y una familia convencional, producto del paso del tiempo y el fin de la vida fértil.

El tratamiento que en nuestro país puede costar hasta dos millones de pesos, no solo prolonga la ventana de oportunidad para aquellas mujeres que tienen que someterse a tratamientos como quimioterapia producto del cáncer, sino que abre un abanico de posibilidades para quienes no han querido ser madres aún. Ya sea por motivos profesionales o personales, actualmente muchas mujeres están decidiendo hacer uso de las herramientas médicas disponibles para dejar en suspenso la maternidad, postergar la elección de ser o no madres o, simplemente, asegurarse la posibilidad en el futuro. De hecho, según han indicado los especialistas, los óvulos congelados de una mujer de 30 años o menos son de mejor calidad y, por ende, presentan una mejor viabilidad que los óvulos naturales de una mujer mayor. 

Además, si bien distintos países en los que este procedimiento es legal han establecido diferentes parámetros y limitaciones, lo cierto es que desde la ciencia no existe un límite que establezca un máximo de años durante los cuales un óvulo puede permanecer congelado. Hoy son más bien las consideraciones éticas y las preferencias personales las que determinan las condiciones de la maternidad para la mayoría de las mujeres. Las limitaciones biológicas son cada día más, un tema del pasado.