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Disciplina: la llave que abre la puerta del amor propio

Tratamientos de belleza, un masaje, comprarse algo nuevo o simplemente tomarse el día y no levantarse de la cama son ejemplos clásicos de lo que tradicionalmente asociamos a prácticas de autocuidado. Pero como el concepto mismo lo indica, el self care hace referencia a cuidar de nosotros, y eso puede manifestarse en muchas cosas, no solamente la indulgencia o el “regalonearse” a uno mismo. De hecho, es posible que estas acciones de aparente preocupación no sean el mejor camino hacia una vida con amor propio.

Desde la psicología, el amor propio se define como la apreciación de las cualidades y virtudes propias. Pero también implica el cuidado y atención de las necesidades que cada uno tiene y la búsqueda del bienestar del cuerpo y la mente. La fundación para la investigación científica Brain and Behavior Research Foundation explica que el amor propio significa tener un alto respeto por tu propia salud y felicidad. “Significa cuidar de tus propias necesidades y no sacrificar tu bienestar para complacer a los demás. El amor propio implica no conformarse con menos de lo que te mereces”. La organización agrega en una publicación que este estado de plenitud surge a partir de acciones que apoyan nuestro crecimiento físico, espiritual y psicológico, y no necesariamente se vinculan con el self care entendido como “darse un gusto”.

“El amor propio puede significar algo diferente para cada persona, porque todos tenemos formas diferentes de cuidar de nosotros mismos”, explica la misma organización. Pero probablemente ninguna de ellas la vincularíamos al concepto de autodisciplina. Porque cuando hablamos de disciplina, probablemente pensamos en un régimen estricto que funciona casi como un castigo. Pero ¿por qué debiésemos implementar la disciplina en nosotros mismos? La respuesta está en el amor propio.

Cuando la entendemos como la capacidad de autorregularse en términos emocionales, físicos y mentales, y no como un castigo autoimpuesto, la disciplina es una de las herramientas clave para alcanzar el verdadero amor propio. Porque es ese manejo de lo que sentimos, lo que hacemos y lo que pensamos, lo que nos permite alcanzar objetivos y desarrollo personal. Según un estudio conducido a lo largo de 40 años en más de mil niños por la revista American Scientist, la autodisciplina es uno de los principales predictores de éxito en la adultez. Y es una habilidad que podemos entrenar.

Se habla de la disciplina como la forma más elevada de amor propio porque implica la capacidad de posponer la gratificación inmediata por un bien mayor para nosotros mismos. Es así como logramos cumplir los objetivos que nos hemos propuesto y, con ello, fortalecemos nuestra imagen propia más allá de lo físico. Porque no son los baños de espuma, ni los chocolates los fundamentos del amor propio, sino la autoimagen, el respeto por uno mismo y el cumplimiento de nuestros objetivos. Y estos no se compran, se construyen con autodisciplina.