Las mejores decisiones sí se basan en la emoción

Las mejores decisiones sí se basan en la emoción


 

En un día común, el organismo de una persona promedio respira más de 20 mil veces para mantenerse en funcionamiento. Una cifra que parece alta incluso si consideramos que respirar es un acto natural y básico para la vida. Pero existe una parte de nuestro sistema que trabaja aún más intensamente que la respiración y es tan importante como otras tareas básicas para la supervivencia. Cada individuo es capaz de procesar cerca de 32 mil decisiones al día. No por nada muchas veces llegamos al final de la jornada agotados a pesar de que no realizamos actividades fuera de la rutina.

Y es que la vida cotidiana ya es un desafío de largo aliento si observamos la cantidad de opciones a las que nos enfrentamos y a lo importante que es ser capaz de decidir desde lo más pequeño a lo más importante. “¿Qué ropa voy a usar hoy?, ¿comí suficiente?, ¿estoy atrasado?”, son algunas de las muchísimas preguntas que nos enfrentan a decisiones cotidianas. Siendo parte de nuestra naturaleza, existe la creencia de que las decisiones debiesen ser tomadas de manera 100% racional y consciente siempre. Porque tomar decisiones en base a cualquier otro parámetro, sin duda, nos conduce a cometer errores. Ni hablar de seguir nuestras emociones al momento de elegir u optar por una alternativa u otra. Sin embargo, tal como muchos otros aspectos de nuestro día se desarrollan de forma natural y simplemente seguimos nuestro instinto, las emociones son un elemento fundamental para hacer que esas más de 30 mil decisiones que debemos tomar diariamente no se lleven toda nuestra energía. Porque seguir a las emociones no necesariamente te lleva por el camino equivocado.

Esta premisa ha sido un prejuicio que, históricamente, se ha utilizado especialmente contra las mujeres para evaluar su desempeño como inferior, porque suelen a abordar las situaciones desde la emocionalidad. Pero la ciencia ha mostrado que dirigir con las emociones en realidad es una forma de optimizar nuestra rutina y que, al contrario de lo que se suele creer, las emociones no son algo completamente arbitrario y subjetivo. El investigador de origen portugués, Antonio Damasio, propuso en la década del 80 su teoría sobre los marcadores somáticos y el rol de las emociones en la toma de decisiones. Según el neurocientífico, las emociones generan en el cuerpo distintas respuestas fisiológicas que influyen en nuestro comportamiento y nos permiten tomar decisiones complejas de forma rápida y oportuna. Se trata de pequeñas señales que generan una respuesta emocional que tiende a inhibir una decisión o a incentivarla.

Uno de los marcadores somáticos más sencillos de percibir puede ser el latido del corazón. Si observamos cómo éste cambia en diferentes situaciones, podemos entender de dónde viene la expresión “seguir al corazón” para tomar decisiones. Una investigación publicada en 2016 en la Revista Nature, mostró que precisamente el corazón era el marcador somático o la señal que predecía el éxito de las decisiones financieras de inversionistas que fueron parte de un estudio conducido en Londres. Los investigadores a cargo lograron mostrar que, en un escenario real, las personas que tenían mayor capacidad de detectar su ritmo cardíaco tomaban decisiones más beneficiosas y reportaban mayores ganancias. Este experimento es uno de los muchos que permite derribar el mito de las emociones como algo perjudicial o negativo cuando se trata de elegir cosas importantes y abre la posibilidad de que, por el contrario, seguir ese instinto que es a veces casi imperceptible, sea la opción más segura. Porque esa voz interior es en realidad un reflejo de lo que sucede afuera y una prueba de que el cuerpo sabe incluso antes de que la mente pueda comprenderlo todo.