Magdalena Gardilic

Magdalena Gardilcic, fundadora de Creciendo Juntas

Magdalena Gardilcic, fundadora de Creciendo Juntas

Hace cinco años, Magdalena Gardilcic (26) decidió congelar sus estudios de Ingenieria Comercial. En ese momento, estudiaba y vivía en Viña del Mar, y recuerda perfectamente cuando fue a la residencia Padre Alfonso Boe de Sename a hacer un voluntariado. “Ahí me llamó la atención todo lo que pasaba. Siempre me había gustado el tema del voluntariado, de hecho en el colegio estaba muy metida. Me acuerdo que por entonces salió la noticia de la muerte de Lisette Villa en el Cread Galvarino de Estación Central y me di cuenta que algo había que hacer”.

Así, formó Creciendo Juntas, una organización sin fines de lucro, donde participan casi 100 personas en las regiones Metropolitana, Valparaíso, O’Higgins, y Biobío, y que busca apoyar la calidad de vida de niños, niñas y adolescentes que residen en los recintos de Mejor Niñez. Un trabajo que a Magdalena le ha valido el reconocimiento de Mujeres Bacanas Sub 30 y los 100 Líderes Jóvenes de El Mercurio. Actualmente, Gardilcic se encuentra en Estados Unidos, ad-portas de comenzar un diplomado de Liderazgo en la New York University. Un tema que la tiene motivada, expectante y con sus energías a tope. 

 

En concreto, ¿en qué consiste el trabajo de Creciendo Juntas?

Dentro de las residencias, trabajamos bajo 4 pilares: reducción de desigualdades, educación de calidad, cuidado por el medioambiente e igualdad de género. Sobre eso, tratamos de basar nuestras actividades y trabajo. Entonces, priorizamos las necesidades de los centros -que pueden ser desde educativas hasta materiales- y tratamos de enlazarlos con cualquiera de estos pilares. Queremos ser un apoyo externo relevante.

Además, lo que hacemos es potenciar el desarrollo de habilidades blandas de niños y niñas. Esto es muy relevante. Cuando entré, lo primero que me di cuenta fue lo mucho que les costaba relacionarse con gente de afuera. El confiar, poder expresarte, comunicar de manera correcta las ideas y que no sea todo entorno a la agresividad o llanto, es un trabajo importante y completo. Hay que ser delicados porque son niños, así que por eso trabajamos con los profesionales de las residencias para que, en conjunto, ellos puedan ir explorando en esas áreas. Esto, para que cuando egresen, los niños, niñas y adolescentes tengan más herramientas.

En 2019, durante el estallido, ustedes tuvieron un gran crecimiento y justo en ese período, a nivel nacional, hubo una visibilización del tema, con el slogan “No Más Sename” en las protestas, ¿Crees que, en ese momento, se dio voz a una demanda silenciada por años?

Afuera de las residencias de Sename, hay muchas cosas que lamentablemente esperan a estos niños y niñas, como las drogas, delincuencia y las redes de prostitución. Es decir, ellos se van, pero no se sabe a dónde van a parar. Se visibilizó en ese aspecto, pero tampoco se ha dado una solución efectiva de qué pasa con ellos. Es problemático. Con este escenario, creo que sí se considera más la infancia, pero no es algo de adentro, sino que se hace para dejar tranquilas a las personas que trabajamos en esto. El foco y preocupación en niños que están bajo protección estatal prácticamente no existe y si está, es para el discurso. Cuando uno va a las residencias, te das cuenta que esto sigue siendo lo mismo de siempre. No hay cambios sustanciales. Ahora, con Mejor Niñez, cambió la infraestructura de las residencias y eso es súper bueno, pero al final no se mejora el fondo. No dan resultados a largo plazo.

 

Al estar bombardeados con información, ¿Crees que hay una desensibilización de la sociedad entorno a estas temáticas?

Claro, lo hemos escuchado tanto que lamentablemente deja de ser noticia. Todos quedamos impactados, pero cuando no trabajas ahí, se olvida y deja de importar porque no es tu realidad. No debería ser así. Creo que está empezando a existir una falta de preocupación de la sociedad de lo que pasa en las residencias, aunque no es algo sobre lo que a las personas se las pueda culpabilizar totalmente. 

 

¿Cuán difícil es la inserción en el medio después de pasar por el Sename?

Eso depende del tipo de vulnerabilidad del niño o niña, si es alta baja o media, pero por lo general sí existe un estigma de la sociedad hacia los niños del Sename, principalmente en los colegios a los que ellos van. A las niñas, por ejemplo, no les gusta que se sepa que ellas viven en residencias. Hay discriminación, bullying y prejuicios. Así, todo lo que piensa la sociedad de un niño del Sename, ellos lo sufren cuando tienen que desenvolverse en otros lugares que son fuera de las residencias.

 

Ahora te encuentras haciendo un diplomado de Liderazgo en la New York University, ¿Cómo proyectas tu carrera profesional?

Me cuesta visualizarme muy a futuro, pero en el corto plazo estoy iniciando un proyecto de seguridad vial para mujeres, donde la idea es poder desenvolvernos más cómodas y seguras por la ciudad, entonces estoy en eso. Me gusta hacer proyectos sociales y ojalá Creciendo Juntas pueda llegar a tener sus residencias y crear su propio modelo educativo para que realmente hagamos inserción de manera profunda. Así que me interesa desarrollarme profesionalmente, sin dejar de lado la organización.