Mónica Rubio, PhD en Astrofísica, profesora y Premio Nacional de Ciencias Exactas
Mónica Rubio (66) es curiosa por naturaleza. Siempre le ha intrigado cómo funciona el mundo… y el espacio. Siendo muy joven, mientras veraneaba en Matanzas, empezó con esta inquietud cuando en las noches salía a caminar con sus papás y se sorprendía del cielo, la luna llena y las luciérnagas que alumbraban el entorno. Paseos que siempre estuvieron acompañados de estrellas, además. Tras notar su afición su mamá le ofreció tomar un curso dictado por una asociación de astronomía. Mónica tenía 15 años y pasaba todos los sábados en el cerro Pochoco mirando las estrellas junto a un grupo de aficionados. “Siempre me sentí atraída por el lado matemático y de las ciencias. Me acuerdo que cuando tuve que decidir qué estudiar, dudé entre Astronomía en la Universidad de Chile, que era la única que la impartía, y medicina en la Universidad Católica”, cuenta. Y, aunque quedó en ambas, fue cuando iba camino a inscribirse que tomó la decisión. “Me acuerdo que estábamos en el auto con mi papá y mi mamá y él me preguntó si me bajaba en la Casa Central de la Católica o si seguíamos a Beauchef. Le dije que siguiéramos mejor”, cuenta.
Mónica ha dedicado toda su vida a su pasión, la astronomía. Tiene un doctorado en astrofísica de la Universidad de París, es profesora titular del departamento de astronomía de la Universidad de Chile y Premio Nacional de Ciencias Exactas 2021. Éxitos profesionales que ha sabido compatibilizar con una vida personal que la enorgullece: madre de 3 hijos y casada hace más de 40 años. Acá nos cuenta cómo se abrió camino siendo mujer en este mundo.
Eras de las pocas mujeres que cursó esa carrera, ¿cómo fue esa experiencia?
Ese año entramos 800 alumnos y solamente 20 éramos mujeres, un grupo pequeño que en su mayoría terminó dedicándose a las ingenierías porque los dos primeros años eran comunes y después te ibas definiendo. Yo venía de un colegio de puras mujeres así que llegar ahí fue llegar a la realidad del país, donde había muchos hombres y muy distintos. Y la verdad es que nunca me sentí ni rara ni distinta porque mi foco siempre fue ir a estudiar. Estudiaba con hombres en mi casa y mis compañeros son mis amigos hasta el día de hoy. Siempre me sentí muy acogida por ellos y si bien era la única mujer, congeniaba muy bien con todos. Lo que más me marcó fue el hecho de que la infraestructura de la Escuela no estaba preparada para recibir mujeres, entonces en todo el campus había un solo baño. Si estabas en una sala de clases, lejos, tenías que cruzar todo el lugar para ir al baño.
¿Cómo combinaste tu carrera con tu vida personal?
Yo tenía dos sueños, una era ser astrónoma y el otro era ser mamá. Nunca quise perderme la experiencia de tener hijos, quería criar y formar una vida nueva. Siempre tuve claro que ,como mujeres, tenemos una ventana biológica en la que podemos ser mamás, a diferencia del desarrollo profesional en que tu ventana es eterna, salvo que te enfermes o decidas hacer otra cosa. La maternidad tiene un plazo fijo y finito así es que teniendo eso en mente asumí que iba a tener que dejar de trabajar por un tiempo y eso no fue un impedimento. Tuve suerte porque mi doctorado requería que estuviera acá en Chile para la tesis. Acá estaban todos los instrumentos y los telescopios y eso significaba viajaba a Francia un mes por semestre a trabajar con mi supervisor. Eso ayudó mucho a conciliar la maternidad y el trabajo porque uno acá tiene red de apoyo. Todo esto, además, con el apoyo y entusiasmo de mi marido que me empujaba a que no me hiciera problemas. El balance fue muy bueno en ese sentido.
Profesionalmente te has movido en un mundo históricamente más masculino, ¿qué has podido detectar desde ahí?
Creo que al desenvolvernos en los medios más masculinos tenemos que tener conciencia de que hay ciertas cosas que son culturales y otras que son conflictos de poder. En la medida en que las mujeres vayamos avanzando en nuestra carrera profesional nos vamos a ir dando cuenta de que hay ciertas cosas que no son equitativas. A mí me ha tocado estar en directorios representando a Chile en observatorios internacionales y me he encontrado con eso de que planteas una idea o una sugerencia y luego viene otro miembro y dice la sugeriencia y queda en acta que la dio él y no uno. Eso se da y eso es una realidad. Ahora bien, hay dos maneras de enfrentar las cosas: o te enojas, o entiendes que es la cotidaneidad en la que funcionan estos ambientes. No es porque esté yo sentada ahí, es porque somos mujeres. Creo que eso puede ayudar, el separar las cosas para no empezar a cuestionarse a una misma.
¿Cuál es el aporte de las mujeres en el mundo laboral?
Hay ciertos códigos y formas de funcionar que son diferentes y creo que son esas las maneras en que debemos ir avanzando, en buscar formas distintas de trabajar. Las mujeres no somos tan competitivas como los hombres, en general somos mucho más colaborativas y eso es un hecho de la causa. Creo que las mujeres no debemos tratar de ser como ellos, debemos mantener lo que somos e ir permeando los ambientes masculinos con nuestras formas, de manera que el balance sea enriquecedor. Por eso es que yo, por ejemplo, incorporo a mujeres en esos grupos, porque habiendo dos ya hace que el ambiente cambie.
Las mujeres tendemos a ver cosas que los hombres no ven. Y lo puedo poner en un ejemplo bien cotidiano: `Oye, no encuentro mi chaleco azul. Lo he estado buscando y no aparece’. Tú vas al clóset y lo primero que ves es el chaleco azul. Hay una manera de ver las cosas que es distinta y que creo que tiene que ver con que las mujeres somos muy enfocadas en los detalles más que lo global. Eso sin duda ayuda, porque en las relaciones humanas hay muchas cosas que son de piel, de percepción, cosas que las mujeres tenemos más desarrolladas. Podemos ver las situaciones desde un ángulo que ellos no. Por eso es que los grupos mixtos se enriquecen.
¿Qué mensaje podrías darle a las mujeres que buscan ganar espacio en el mundo de las ciencias o matemáticas?
Que las capacidades no tienen género y, por ende, hay que desarrollarlas al máximo. Que no se dejen amedrentar por los prejuicios o por creer que no se la van a poder. Hay que desarrollar el talento y las habilidades sin importar si eres hombre o mujer. Y lo otro es no restarse de decir lo que pensamos u opinamos, aunque sea la posición minoritaria.