Pamela Zenteno, seleccionada chilena de Hockey Masters
Aprendió a caminar en una cancha de tenis mientras veía jugar a su papá. La primera vez que agarró un palo de hockey tenía 9 años y hoy, a sus 52, aún no lo suelta. Representó a Chile en el Mundial Juvenil de Hockey en 1989, y ahora se prepara para hacerlo de nuevo, esta vez en el Máster de Sudáfrica. Aunque ahora lo hará desde la categoría +50, será acompañada del mismo equipo de hace 33 años. Y con el mismo entrenador: Miguel Maldondo.
Pamela Zenteno ha estado ligada al deporte toda su vida. Sus padres le inculcaron esta pasión y dedicación desde chica y ella ya como madre se la transmitió a sus hijos. En esa crianza están los orígenes del golfista chilenos más exitoso de todos los tiempos: Joaquín Niemann Zenteno.
Aunque dejó el hockey por unos años, lo retomó y durante la pandemia se juntó, sagradamente a entrenar con su equipo. Sin parar. Lo hacían por Zoom, luego con aforos limitados y ahora en conjunto, todos los viernes a las 9 de la noche con el objetivo de prepararse para el Mundial 2020, uno que debió cancelarse por el COVID 19 pero que se realizará entre el 1 y el 10 de octubre de este año en Sudáfrica. “Todas hemos vuelto al hockey después de la etapa de crianza. Se han empezado a sumar jugadoras y hoy existen tres equipos: +40, +50 y +55. Así, vamos esperando que este universo siga creciendo. Y no solo en el hockey, en todos los deportes. Queremos pavimentar el camino y mostrar que se puede estar vigente sobre los 50 años”, dice.
¿Cómo ha sido esta experiencia de reencontrarte con el mismo equipo de 1989?
Estamos motivadas, independiente de cómo nos vaya. Es una experiencia de la que todas estamos súper orgullosas. Y también lo están nuestras familias, hijos, maridos y pololos. Ha sido increíble. Nos entrena Miguel Maldonado, el mismo que nos llevó al mundial del ‘89 cuando teníamos 18 años y fuimos la primera generación junior. Ahora la historia se repite: somos la primera generación master y nos vamos a ir en el mismo avión todas juntas. Eso nos tiene maravilladas.
¿El deporte ha estado siempre presente en tu vida? ¿Ha sido algo que te encargaste de inculcarle a tus hijos o surge de manera espontánea?
Fui afortunada porque pude tener el deporte en mi vida desde la cuna. A mi papá siempre lo vi con una raqueta en la mano y en el colegio, desde muy temprana edad, me lo inculcaron también. Fue el hockey el que me formó, un deporte muy exigente con el que pasé a ser parte de la selección del colegio, a competir contra otros colegios británicos y luego a ser parte de la Selección Chilena, también muy exigente. Cuando me casé viví en un club de golf en Talagante y sin quererlo se dio la posibilidad de que mis hijos nacieran en un lugar donde se hacía mucho deporte. De mis tres hijos Joaco tuvo un link con el golf pero a todos les inculqué que el deporte es una forma de vida.
¿Cómo era ser mujer deportista hace 30 años?
En esa época era algo bien particular. No era muy común, sobre todo en el hockey que ahora está más masificado y se está dando a conocer gracias a Las Diablas. El hockey es un deporte rudo y eso hacía que en ese tiempo fuese súper especial el ser hockista, te miraban medio extraño cuando lo contabas. Uno era un poco más ruda de forma de ser, no tan ‘lady’ por decirlo de alguna forma. En el equipo todas tenemos una personalidad bien potente y lo reconocemos. Si tenemos un problema en la cancha no nos quedamos calladitas. Eso sí, cuando salimos de la cancha se nos olvida, pero somos súper guerreras.
¿Qué te ha dejado el deporte?
Educación, valores, perseverancia, la posibilidad de viajar y de salir adelante en muchas cosas. Creo que es una forma de vida que marca una diferencia, que hace que no te rindas ante una adversidad. Si estás en un partido o en un campeonato y vas perdiendo 10 a 0 no te vas a retirar de la cancha. Uno no baja los brazos y se rinde, uno sigue luchando y sigue con la mente positiva en torno a esa situación, buscando salir adelante con tu mejor versión, sacando provecho de eso, lo positivo o un aprendizaje al menos. El deporte me ha enseñado que la adversidad es una fuente de aprendizaje y experiencia, que esa frustración que muchas veces nos entrega, un triunfo la retroalimenta.
¿Qué se siente al representar a Chile?
Es algo demasiado especial que no sé bien cómo explicarlo. Es una emoción demasiado fuerte y que tiene muchos sentimientos involucrados. Es lo máximo, es una alegría inmensa. Es querer entregar tu mejor versión, tu mejor parte y decirle a tu país que se puede, que los sacrificios valen la pena. Es entregarle una alegría a todos y disfrutarla en conjunto.
¿Qué mensaje le darías a los jóvenes deportistas de Chile?
Que sueñen en grande y que crean en sus sueños porque sí se puede llegar lejos en el deporte. Aún cuando somos un país que está lejos y en el que dedicarse a esto cuesta un poco más porque necesitamos mucho apoyo para salir adelante, es posible ligrarlo. Yo viví eso con Joaquín y sé que hay que soñar y creerse esos sueños porque se puede, a pesar de las dificultades.
¿Y a los mayores?
Que se puede seguir haciendo deporte de alto rendimiento a nuestra edad y que sirve, sirve en lo emocional, en lo mental y en lo físico. Nosotras llegamos a entrenar, conversamos un rato, entrenamos y cuando nos vamos es como haber hecho una terapia, te vas renovada. Es una terapia sanadora finalmente.