rechazar ascenso

​​¿Se puede rechazar un ascenso laboral?


 

Usualmente un ascenso laboral es motivo de celebración y, sin duda, una razón para sentirse orgulloso del trabajo realizado. Si bien en el orden común de las cosas un cargo más alto dentro de la jerarquía de la organización es un reconocimiento al buen desempeño, esto no siempre es así.

Aún cuando en la mayoría de los casos subir de posición o ascender profesionalmente es un reconocimiento de los superiores al trabajo constante o a una buena performance, aceptar un “mejor puesto” no siempre es la jugada más positiva en términos de estrategia laboral. De hecho, existen instancias en las que un ascenso laboral podría ser perjudicial en la práctica para el desarrollo de nuestra carrera, ya sea en el corto, mediano o largo plazo. Y, frente a esos escenarios, incluso cuando el ego suele inclinarse por un sí, es mejor dar un paso al costado.

Uno de los ejemplos clásicos en los que es mejor declinar que aceptar una posición más alta —y probablemente mucho mejor remunerada— es el caso de los golden handcuffs o amarras de oro. Se trata de situaciones en las que, nominativamente, la persona accede a un cargo más alto, pero en la práctica se trata de una estrategia para evitar que un profesional altamente capacitado se independice o acepte una oferta inminente de un competidor.

Otra de las situaciones en las que es mejor dejar pasar la oportunidad, es cuando realmente la oferta no ofrece una oportunidad de mejora y solo se trata de un avance profesional aparente. Esto ocurre cuando se nos abren puertas en un área en la que podemos vislumbrar que ya hemos tocado un techo, que nuestras habilidades han sido desarrolladas al máximo y que no hay real oportunidad de crecimiento. Si bien en una primera instancia puede parecer tentador aceptar mayor compensación por un trabajo que se nos ha vuelto “fácil”, en realidad nos estamos perjudicando a nosotros mismos ya que estamos limitando nuestras posibilidades de crecimiento y el desarrollo de carrera en el futuro a cambio de un beneficio inmediato, pero de corta duración.

Por último, uno de los escenarios más complejos suele ser rechazar una propuesta de ascenso laboral porque no se alinea con nuestros valores o nuestro propósito. La dificultad está en que muchas veces no tenemos claridad respecto de cuáles son esas máximas que nos inspiran y más bien solo tenemos un presentimiento de que aceptar la oferta no es el paso correcto. Si bien en el ámbito laboral y de negocios suele relevarse muchísimo la racionalidad y las decisiones analíticas, muchas veces es bueno escuchar esa intuición y plantearse las preguntas más profundas como: “¿es realmente esto algo que quiero para mi futuro?” o “¿tiene este trabajo un sentido para mí?”. Incluso en el mundo de los negocios el pragmatismo no es siempre el mejor consejero. Y si miramos en el largo plazo, trabajar con un propósito que se alinea con nuestros principios y valores es realmente el camino hacia la satisfacción laboral.

En todos esos casos, por mucho que sea el beneficio económico asociado u otras gratificaciones más difíciles de dimensionar como el estímulo a nuestro ego profesional y la reputación, la recomendación es evaluar qué implica realmente para nuestra carrera ese nuevo cargo. Porque incluso en casos de ascensos, a veces la decisión que nos permite avanzar no es seguir hacia adelante, sino dar un paso al lado.