Ángela Poblete - Shes Mercedes
Ángela Poblete, directora ejecutiva en Fábula TV: “Se están abriendo cada vez más espacios para las mujeres, y las mujeres se los están tomando”.
Ha pasado por la academia y por diferentes canales de televisión desarrollando contenidos, organizando la parrilla programática y haciéndose cargo de las áreas culturales y de no ficción. Sin embargo, actualmente Ángela Poblete viene llegando de México, donde pasó un tiempo trabajando en Fábula, la productora chilena que acaba de abrir su primera sede internacional en Ciudad de México y que ha llevado a Chile a los más importantes escenarios cinematográficos gracias a producciones como Jackie, Una mujer fantástica y Spencer.
Pero, ¿qué hace en concreto? “Básicamente me dedico a crear contenido para plataformas, que actualmente está enfocado en formatos de series de ficción”, dice quien estuvo detrás de producciones como La Jauría, El Presidente y la recientemente estrenada Señorita 89, serie que habla -y cuestiona- los concursos de belleza que tuvieron su peak en los años noventa. Y es precisamente a eso a lo que se dedica: a conducir y dirigir a un equipo para que sea capaz de crear contenidos contingentes con enfoque social. Historias atravesadas por temáticas capaces de remecer y expandir consciencia e introducir esos contenidos a través de una suerte de caballo de Troya llamado entretenimiento de consumo masivo.
¿Qué temas te inquietan actualmente?
Si bien hemos abrazado distintas agendas relevantes como la vida en comunidad o la corrupción, en el último tiempo ha habido un particular énfasis en los temas de género. Y ha sido muy entretenido presenciarlo y ser parte de ese cambio y de estas discusiones complejas en las que se encuentra la sociedad respecto de los temas que competen a la mujer. Cuestionarse cosas como si las historias sobre mujeres solo debemos escribirlas mujeres o si equilibrar la cancha significa, por ejemplo, hacer series exclusivamente con protagonistas mujeres y que los personajes masculinos se aguanten un rato porque ya tuvieron demasiado protagonismo. Llevamos cuatro años de intensos debates respecto de cómo se representa a la mujer a través de la televisión. Debates que son dinámicos, que están cambiando.
¿Cómo crees que deberían resolverse los temas relativos a las mujeres en tu industria en particular?
Creo que junto con la cuarta ola del feminismo, que es precisamente una ola que nace con mucha fuerza en Latinoamérica como un grito de sobrevivencia -a diferencia de las anteriores que surgían desde el lugar de las mujeres más privilegiadas o más letradas- y que fue felizmente contagiosa, poderosa y fuerte, se vino a intentar cuestionar muchos patrones que habíamos naturalizado y que invisibilizaban a la mujer y le restaban oportunidades. En una primera instancia, me pareció que para emparejar la cancha estaba bueno abrir estos espacios de representación para las mujeres con mucha fuerza y que en consecuencia de ello, por un tiempo, quizás hubiese personajes masculinos más en segundo plano. Pero como lo que uno piensa va cambiando y se va adaptando, creo que está aburrido que los roles reservados para los hombres sean todos de violadores o gomeros. La representación del mundo en que vivimos debe ser compleja en todos los roles, en los masculinos, femeninos, disidencias. Me parece que no debemos mostrar a hombres y mujeres como energías antagónicas, sino buscar formas más complejas de equilibrarlos.
En ese sentido la metáfora de la ola feminista es muy linda porque es una marea que avanza, que retrocede, que unos días es más violenta y otros más calma. Me gusta mucho porque creo que refleja a todas las mujeres que estamos en este proceso de repensar nuestro rol en los distintos ámbitos donde nos desenvolvemos: en lo familiar, en la maternidad, en el trabajo.
Las mujeres se han visto muy golpeadas en la industria en la que te mueves, ¿qué te pasa con eso, es difícil ser parte siendo mujer?
He tenido la fortuna de estar siempre en lugares de toma de decisiones en los que he podido trabajar con bastante autonomía y por lo tanto comprendo y valoro la responsabilidad que eso implica y lo hago desde una óptica más positiva, porque creo que se están abriendo cada vez más espacios para las mujeres y que las mujeres se los están tomando. Tengo la sensación de que la sociedad se está deconstruyendo y también lo están haciendo los statements sobre los cuales está instalado lo masculino y lo femenino. Hombres y mujeres nos estamos acomodando y tratando, en el mejor de los casos, de empatizar, entender y acomodarnos para poder lograr espacios de trabajo más igualitarios, pero es un recorrido lleno de obstáculos en el que todos nos vamos equivocando. Creo que hay que hacer un ejercicio de humildad y entender que todos los nuevos paradigmas que surgen nos van transformando, y que eso es un proceso que tenemos que vivir dándonos permiso para equivocarnos, idealmente no afectando en los derechos y libertades de los demás. Pero es complejo, porque en una sociedad que está en un movimiento y en un cambio de paradigma tan fuerte como la nuestra, no es fácil para nadie. Estamos todos haciendo nuestro esfuerzo para ser más humanos y crear mejores condiciones para hombres y mujeres. Ese es un concepto de feminismo que me parece muy interesante; para uno que trabaja por el bienestar de todos y todas.
¿Se ven cambios concretos?
Creo que, en términos de honorarios, estamos todos en la industria poniendo el foco en remunerar de igual manera a hombres y mujeres. Eso está súper presente, porque realmente había una desigualdad brutal en todo el mundo. En relación a la corta carrera de las mujeres también, actualmente hay papeles hermosos destinados a mujeres mayores, jóvenes, con distintos cuerpos, con distintos tipos de belleza.
A mí me da mucho gusto que cosas que antes no se discutían o no se cuestionaban ahora sí están siendo cuestionadas. Y hay un grupo de directores y directoras que dan la batalla por tener esa diversidad, esa mirada que exige salir de los estereotipos. Es muy interesante porque hay mucha gente desde adentro de la industria dando esa batalla.
En ese sentido ¿cuál sientes que es tu desafío en esta materia?
Hoy día asistimos a un mar de contenidos y creo que el aporte que podemos hacer es generar cosas que sean relevantes para la sociedad, que no de lo mismo si existen o no. Contenidos que apelen, que sean capaces de interpretar o ser la radiografía de un momento, de los distintos fenómenos sociales y devolverlos en formato de historia representadas por personajes profundos, con matices y que en definitiva generen discusión, debate, cuestionamiento. Creo que cuando la historia que contamos deja de ser provocadora, pierde sentido y dejan de ser importantes, pasan al olvido. Me parece que está bueno crear contenidos memorables.
¿Qué cambios que ha sufrido la industria en este tiempo son los que más te han llamado la atención?
Creo que hay dos. El primero tiene que ver con que en Chile años atrás éramos un país chiquito al otro lado de una cordillera que representaba una barrera y nuestros contenidos sufrían mucho el estigma de que a los chilenos no se les entiende lo que dicen. Y es muy bonito ver cómo los contenidos de este Chile son capaces de viajar por el mundo y conquistar territorios inesperados, como La Jauría. Es muy bonito cómo desde Chile hoy estamos rompiendo barreras con contenidos que pueden volar y ser aceptados por audiencias de otras idiosincrasias, de otras culturas, de otros países. Y te diría que cada vez estamos interactuando más con miembros de la industria de nuestro continente. Se está dando una especie de comunión latinoamericana que nos está haciendo entender que tenemos una oportunidad de contar nuestras historias al mundo, y que son muchas cosas más las que nos unen que las que nos separan. Que nos parecemos mucho más de lo que creíamos.
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